Cristo ofrece un alimento asombroso.

Juan 6.1-15.

Juan 6 nos revela a Jesús haciendo maravillas y expresando enseñanzas que provocaban conflicto. La verdad siempre produce ese efecto. Cristo se presenta a sí mismo como el Pan de Vida (Salmo 19:1-4; Juan 1:3-4). Este milagro fue un punto de inflexión en el ministerio de Jesús (es el único registrado en los cuatro Evangelios además de la resurrección de Jesús): 1. Había un valor probatorio en este milagro que superaba al de todos los demás, realizado al aire libre ante una multitud. 2. La naturaleza del milagro de creación de alimento en un llamado a la existencia de lo que antes no existía. 3. La importancia del milagro es que hablaba directamente de la persona de Cristo. 4. Tiene una aplicación universal; Mateo prefigura a Cristo, en un día venidero alimentando a los pobres de Israel (Salmos 132:15). Marcos nos enseña el deber principal de los siervos de Dios de partir el Pan de Vida a los hambrientos. Lucas anuncia la suficiencia de Cristo para satisfacer las necesidades de todos los hombres. Juan nos dice que Cristo es el alimento del pueblo de Dios. Se ve una conexión entre Pascua (6:4) y Jesús porque la Pascua simboliza la provisión de Dios para la vida y la salvación (1 Corintios 5:7).

La alimentación milagrosa fue un acto de compasión en nombre de las personas que habrían pasado hambre, demostró su poder creativo de manera clara e impresionante. Es la cuarta señal que Juan registró para probar que Jesús es el Mesías e Hijo de Dios (2:11; 4:54; 5:1-17). A pesar de la sencillez y la excesiva brevedad de la narración, es evidente que este incidente fue un ejemplo señalado del poder todopoderoso de Cristo. El efecto inmediato del milagro fue que hizo popular al Señor Jesús de la manera equivocada, hizo que se exacerbaran las expectativas mesiánicas de la gente. Muchos querían hacerlo rey (Juan 6:15) porque veían que Él podía resolver sus problemas económicos, no porque lo aceptaran como Salvador y Señor. El resultado final fue que muchos de sus seguidores lo abandonaron (v. 66).

Jesús dio gracias antes de distribuir la comida (11), todos quedaron satisfechos (12), se trató de verdadera comida y no acto simbólico. Es una prueba de la desbordante provisión de Dios ¿Era capaz Jesús de alimentar a una multitud? ¿Podía proveer para las necesidades físicas de tantos? En Cana había transformado el agua en vino; aquí pan por más pan. Cristo no sólo era benevolente, dispuesto a hacer el bien, sino beneficioso siempre haciendo el bien. Aquel jovencito entrego todo lo que tenía, así nosotros debemos entregar todo lo que tenemos hoy, por pequeño e insignificante que sea al Salvador para que Él pueda multiplicarlo para Su propia gloria.

1. La atracción en su carácter (v.1-4). El escenario es el Mar de Galilea (Números 34:11; Josué 13:27) o Lago de Genesaret (Lucas 5:1). En las laderas al este del lago más remota y menos poblada que el oeste. Las multitudes quedaban impresionadas por las señales que realizaba y estaban dispuestas a seguirlo incluso a zonas remotas. La difusión de su fama explica la multitud que se había reunido. La multitud pudo haber consistido en parte por peregrinos a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. La multitud no estaba motivada por la fe, el arrepentimiento o el amor genuino por Él. Buscaban los beneficios de Su poder en sus vidas físicas, pero no en sus vidas espirituales. Todos sus milagros fueron obras de amor. Y esto, en su carácter es el gran imán moral que un día atraerá a todos los hombres hacia él (Job 29.8-25).

a. Lugar y tiempo en que fue llevado a cabo este milagro (v. 1, 2). Cristo fue seguido a Galilea por una gran multitud. Los discípulos han vuelto de la gira por Galilea e informan a Jesús, y necesitaban descansar y estar a solas con Jesús, para ello cruzaron el lago. Al llegar Jesús subió a una montaña (el Mar de Galilea está rodeado de colinas) y se sentó con sus discípulos, para un tiempo de enseñanza. Entonces alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él. La gente estaba anhelante por oír de nuevo a Jesús (Lucas 9:11) y recibir los beneficios de sus poderes de curación. Se convencieron de que era un gran profeta y que había sido enviado por Dios. El propósito de Juan es el de presentar la majestad de Cristo (20:30, 31), el tierno amor del Salvador resalta nítidamente contra el trasfondo de la ingratitud humana. Los judíos esperaban un Mesías que realizaría grandes hazañas, y en Jesús veían cosas asombrosas que hacían que sus corazones se aceleraran mientras viajaban a Jerusalén.

b. El contexto del milagro (v.3-4). La expresión fiesta de los judíos podría también significar que Dios ya no la reconocía como una de Sus propias fiestas porque la nación judía la celebraba como un mero ritual, sin ningún interés de corazón. Había perdido su verdadero sentido y ya no era una fiesta de Jehová, era solo una condición vacía del judaísmo. La Pascua recuerda la noche en que los hijos de Israel se dieron un festín con el cordero; aquí vemos hambre. Su estado físico era el signo externo de lo vacío de su alma. Jesús trataba de alejarse para estar a solas con sus discípulos.

2. La razón y las reacciones (v.5-13). Las pruebas de parte de Dios vienen para refinar la fe de su gente, no para inducirla a pecar. Cristo sabia la importancia que la señal tendría para sus discípulos. Quería hacer crecer la fe de sus seguidores para que realizaran la gran responsabilidad que les quedaría. La multitud tuvo una reacción contraria al plan de Cristo. La gente no entendió que, aunque en efecto iba a ser un gran rey, antes tenía que ser un gran sacerdote, y ofrecerse a sí mismo en sacrificio por el pecado. Lo que aquí se ve es el rechazo del verdadero Mesías por el concepto equivocado de uno que respondía a sus anhelos políticos. Esta es una actitud de incredulidad (Marcos 6:45).

a. Su tierna compasión (v. 5-7). La compasión significa sufrir con, junto con. Jesús decide dar de comer a la gente. El Señor conocía el motivo superficial de la multitud para seguirlo (v. 26), pero Su abundante misericordia suplió sus necesidades. Al pedir una solución humana (sabiendo que no la había), Jesús destacó el acto poderoso y milagroso que estaba a punto de realizar. Jesucristo utiliza la situación para fortalecer la fe de Felipe, de los demás discípulos y de la multitud (Santiago 1:2-4, 1 Pedro 1:6-7).La respuesta de Andrés mostró que él, al igual que Felipe y el resto de los Doce, no pasó la prueba de la fe. Nadie respondió afirmando el poder de Jesús para proveer. A pesar de las promesas divinas no aprendemos las lecciones hasta que pasamos por crisis.

Dios prueba a las personas para refinar su fe, nunca para incitarlas al mal (Genesis 22:1-18; Santiago 1:2, 13-15; 1 Pedro 1:7). Felipe respondió se necesitarían más de 200 denarios, equivalente a ocho meses de trabajo de un jornalero. Él estaba mirando las cosas que se ven, el tamaño de la multitud, y tal mirada es una barrera en el camino de la fe. El discípulo sabio siempre mantiene la puerta abierta para que Dios obre. Esta incredulidad en los discípulos se registra para nuestro aprendizaje, humildad y vigilancia. La renuencia escéptica de los discípulos contrasta con la disposición del joven a compartir lo que tenía: cinco panes pequeños de cebada y dos peces pequeños (los panes de cebada y el pescado eran alimento para los pobres).

b. Trasciende las necesidades de los hombres (v. 8-9). Cristo siempre da más de lo que se necesita. Los fragmentos que quedan son mayores que el stock que se ha utilizado. Sus recursos son inagotables, sus bendiciones cuanto más se usan, más parecen multiplicarse y crecer. Esto nos enseña a tener fe en la providencia del Señor y socorrer a los necesitados (1 Reyes 17:8-16). Las palabras del verso 9 señalan la necesidad de compartir cuanto tengamos. Es una actitud que redunda en bendición y beneficios, tanto para nosotros mismos como también para los de nuestro alrededor (Lucas 10:27b). Al Señor le agrada usar a niños, a pobres y a débiles. ¿Han sido ya probados nuestro carácter y fe?

c. El milagro incontestable (v.10-11). Jesús les dijo a sus apóstoles que prepararan a los hombres/personas para una comida. Su fe pudo haber fallado, pero su obediencia no, y a pesar de sus dudas siguieron las instrucciones del Señor. Si la fe es débil, la obediencia es la mejor manera de fortalecerla. Todas las bendiciones llegan a nosotros por medio del conducto de la obediencia. La obediencia y la bendición están inseparablemente conectadas en la Palabra de Dios. La alimentación de los cinco mil tuvo lugar en la primavera (la Pascua fue en marzo o abril). La muchedumbre fue testigo de la obra del Dios Creador (1 Corintios 1:27). El Señor no hace nada a medias. Los apóstoles recibían el pan de manos de su Maestro, y luego lo «distribuían» a la multitud. ¿Se multiplicó el pan en las mismas manos del Salvador? ¿En qué momento ocurrió el milagro exactamente? El punto teológico de Juan es que no hay escasez cuando Jesús está proveyendo (Éxodo 16:12, 18). Este acto milagroso no fue suficiente para los incrédulos y muchos no quisieron creer (Salmos 37:25). Este milagro nos recuerda el milagro que se produce cuando compartimos la Palabra de Dios, ya sea predicando, enseñando o de uno en uno. Dios imparte poder a su Palabra, y el Espíritu Santo multiplica, bendice, da vida y alimenta al oyente. El Señor hace milagros hoy, interviniendo con su poder sobrenatural.

d. Cristo no permite alentar el despilfarro (v.12, 13). No recogen migajas o trocitos en el suelo, sino trozos partidos por Jesús (Marcos 6:41) y no consumidos (Proverbios 25:16). Los judíos tenían la costumbre de dejar algo a aquellos que servían. A los discípulos les quedaba más que al principio, recibieron una amplia provisión para su propio uso. La recolección que hicieron los discípulos fue parte de su entrenamiento, para mostrarles que Jesús es más que suficiente para llenar las necesidades físicas (Marcos 8:17-21). Los discípulos también padecían de ceguera espiritual (Marcos 6:52). Toda plenitud habita en Cristo, y esa plenitud es inagotable. Si damos el primer paso para ponernos a disposición de Dios, él nos mostrará cuán mucho podemos ser usados para hacer avanzar la obra de su reino. La mayoría de nosotros queremos ver una gran obra de Dios, pero ¿podemos dar el primer paso de sacrificio? Nunca nos empobrecen, sino que siempre nos enriquecemos dando a los demás. Es el alma liberal la que robustece (Proverbios 11:25). Dios nunca permite que un dador generoso sea el frustrado, es la avaricia la que empobrece. El despilfarro es pecaminosidad, nos enseña a no malgastar ninguna cosa que Dios provea para nuestro sustento y cobijo (Lucas 15:13-14).

3. Un testimonio indiscutible de su mesianismo (v. 14-15). Confesión y transición. El pueblo reconoció la(s) señal(es), y concluyeron que Jesús era el Profeta que ha de venir al mundo. Esta declaración tiene todas las características de una confesión de que Jesús era el esperado (el que vendría) que iba a ser como el profeta Moisés (Deuteronimio18:15). La gente saco conclusiones equivocadas en cuanto a lo que significaba esa identificación. No hay duda de que la provisión milagrosa de alimentos de Jesús le recordó a la multitud a Moisés y el maná que Dios proveyó para Israel en el desierto.

a. Necesidad de un líder (v. 14). Querían un libertador terrenal, que satisficiera todas sus necesidades físicas, y los liberara del odiado yugo de la opresión romana. Tenían la intención de hacerlo rey. Con Él como su proveedor, nunca les faltaría comida y tendrían el potencial de ser sanados de toda enfermedad. Podían marchar a Jerusalén, derrocar a los romanos y establecer el estado de bienestar social definitivo. Moisés había alimentado a la gente y los había sacado de la esclavitud. Jesús había alimentado a la gente y podría liberar al pueblo de la odiada dominación romana. La gente vio su señal, pero no percibió su significado. Muchos reconocen en Cristo a un gran profeta pero no están dispuestos a reconocerle como el Salvador necesario y suficiente (Hechos. 4:12), ni a poner por obra sus enseñanzas. Pero la fe de ellos no era genuina. No estaban dispuestos a admitir que Jesús fuese el Hijo de Dios ni a confesar sus pecados y aceptarlo a Él como Salvador. Jesús se negó a ser nombrado rey por la fuerza en sus términos egoístas. Por lo tanto envió a los discípulos en una barca (Mateo 14:22; Marcos 6:45), dispersó a la multitud (Mateo 14:23; Marcos 6:45-46), y se retiró de nuevo a la montaña solo.

b. La misión de Jesucristo y del cristiano (v. 15). Jesús no consiente caprichos ni fantasías. El pueblo tenía en mente un reino físico y un rey físico (asociando «Hijo del Hombre» con la figura escatológica de Daniel 7:13, 14), pero Jesús tenía en mente un rey y un reino puramente espirituales. Esto marca el momento de mayor popularidad de Jesús así como de mayor tentación para él. ¿Sería posible que obtuviera el reino sin la cruz? No. El Padre era el que le daría el reino a Jesús (Salmos 2:7-12; Daniel 7:13-14), este no procedería de este mundo (Juan 18:36); el camino que marcaba la voluntad del Padre estaba en dirección opuesta. Antes de que pudiera ser el león de Juda reinante, debía ser el Cordero que quita el pecado del mundo (1:29). Jesús ama misericordiosamente a los creyentes y les concede un rico legado de gozo (Juan 15:11), paz (Juan 14:27) y consuelo (2 Corintios 1:3-7). Él llama a los pecadores a llorar por su pecado (Mateo 5:4), arrepentirse (Mateo 4:17) y reconocerlo como el Señor soberano (Romanos 10:9; Filipenses 2:9-11), a quien deben obediencia completa (Juan 14:15, 21; 1 Juan 5:3). Él continúa alejándose de aquellos que lo buscan para sus propios fines, tal como lo hizo de la multitud que buscaba hacerlo rey en sus términos. Mas adelante Él aleja a otros con las duras demandas del evangelio (v. 66). La controversia de si Jesús es o no el Profeta/Mesías llega a un punto crítico de nuevo en 7:40-52.

Jesús sabía que la oportunidad inmediata no era nada comparada con lo que Dios había planeado (Daniel 7:13-14). Él no necesitaba ser hecho «rey», porque Él nació como tal (Mateo 2:2); No iba a ascender al trono hasta que hubiese ascendido primero al altar del sacrificio. Había de sufrir, derramar Su sangre y morir, antes de ser exaltado. Jesús despidió también a las multitudes y subió solo al monte. Allí estuvo solo en todos los sentidos, porque nadie excepto el Padre lo comprendía en esta etapa, ni siquiera sus discípulos. Subió a orar (Marcos 6:46 = Mateo 14:23). Su retiro a la soledad nos ha dejado un ejemplo, porque necesitamos la soledad así como la sociedad, para entrenar nuestra naturaleza en la bondad de Cristo. La soledad es el mejor escenario para la autocomunión, la comunión con el Eterno y la formación de resoluciones sagradas.

Cuando una persona acepta a Cristo tiene un efecto positivo, se torna honesta en su manera de conducirse y su vida empieza a transformarse (Efesios 4:24). Adquiere un propósito en la vida, una vida justa y de amor por el bien de los demás, su familia y de él mismo (Colosenses 3:1-3). Tiene una nueva motivación, su vida se llena de amor (Colosenses 3:5-14). Adquiere un sentido de responsabilidad y trabaja con ahincó y entusiasmo (Proverbios 22:29; Eclesiastés 5:19). Se manifiesta en la unidad (Colosenses 2:2), ya que crece, se edifica y camina hacia la madurez espiritual y emocional (1 Corintios 1:10). Vive con libertad porque está libre de vicios, temores y egoísmo (Gálatas 5:1)

Conclusión.

Lo que Jesús hizo fue extraordinario en todo aspecto. El resultado total fue fe: la multitud llegó a la conclusión (Juan 6.14) de que Jesús debía ser el profeta prometido por Moisés (Deuteronomio 18.15). La duda y el rechazo iban a llegar muy pronto. Los detractores señalaron que la comida de Jesús fue impresionante, pero fue solamente una. Moisés había alimentado a Israel en el desierto por 40 años (Juan 6.30, 31). No entendieron el objetivo de la señal: Jesús no era simplemente un repartidor; era el mismo pan de vida (6.32-58).

Este hermoso incidente está cargado de gloriosas sugerencias, y palpita con el corazón compasivo de Cristo. El tema principal es el interés benévolo de Cristo en la humanidad. Aprendemos que su compasión se extiende a las necesidades físicas del hombre: En la provisión que ha hecho para ellos en la constitución de la naturaleza. Su compasión está conectada con una amplia capacidad de suplir, todo viene de la mano liberal de Cristo. Su compasión se ejerce en conexión con un espíritu devoto. Su compasión se ejerce siempre con fines morales. Cristo bendijo los cuerpos de los hombres para bendecir sus almas. Nosotros también deberíamos hacerlo. Mostró más favores de los que ellos podían apreciar a fin de prepararlos para recibir de sus manos la bendición superior de la vida eterna. Aceptemos el pan de vida, aceptemos el banquete que Dios nos da y obtendremos vida eterna.

Oremos.

9 de junio del 2024, Acatic, Jalisco, México.

Primera Iglesia Bautista Dios Con Nosotros

Ibrahim Mauricio Mateo Cruz

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