Hechos 3.17-21.
Después de la punzante acusación de asesinato en el 15, ahora Pedro adopta un tono bondadoso, y de súplica. Llamando hermanos a sus oyentes, reconoce que cometieron aquel crimen por ignorancia. Si habían cometido este acto por equivocación, ¿qué debían hacer ahora? Aunque hubiera sido por ignorancia, todavía podían corregir el mal cometido. Debían cambiar su opinión acerca de quién era Jesús y regresar a Dios. Esta conversión era un requisito indispensable para que diera comienzo el reino. Pedro les exhortó a responder positivamente a la invitación de Dios; si lo hacían, el plan de Dios para Israel empezaría a avanzar de nuevo. Este paso sigue siendo el siguiente que debe dar Israel, aun en la actualidad (Mateo 23:37–39). Sin embargo, nunca lo darán, hasta que Dios los transforme (Romanos 11:25–27). El Señor les invita de nuevo pacientemente a que se arrepientan y den la vuelta para volverse a Él. Si aceptaban estos dos requisitos, gozarían de los tiempos de bendición que Dios les había prometido. Esta porción contiene la profecía neotestamentaria de la restauración (Job 42.10–12)
Dios sigue siendo perdonador (Salmos 103:3; Jeremías 31:34) aun del asesinato cometido contra Cristo, Cristo pagó el precio de la remisión (Mateo 12:31–32). Pese a estar relacionados con las Escrituras, Pedro les recuerda la ignorancia que tenían de ellas (1 Corintios 2:8), por cuya razón perdieron la noción de los propósitos de Dios (Romanos 10:3). La ignorancia como sistema propio de conducta aísla de la realidad porque crea miedos y falsos celos (Hechos 17:23–30) que pueden finalizar destruyendo la verdad en todas sus formas (1 Timoteo 1:13). Pedro no sólo denuncia sino que además barre la ignorancia y les confirma que Dios “ha cumplido” es decir completado su designio (Lucas 1:20; 4:24; 21:22, 24; 24:44). Al decirles “sé que por ignorancia lo habéis hecho”, Pedro les recuerda la provisión que había en la ley para expiar los pecados de ignorancia que ahora habían sido cargados sobre Cristo (Números 15:27). No estaban exentos de culpabilidad, pero tenían abierta la puerta de la salvación. Habiendo probado que se hallaban mal con Dios, Pedro comienza el desafío con sus correspondientes resultados.
1. Los anima con la esperanza de hallar gracia y perdón (v. 17-18). Pedro pone en la balanza la responsabilidad humana de judíos y romanos con el plan eterno de Dios. Pedro hace todo lo posible para convencerles de pecado, pero tiene sumo cuidado en no conducirles a la desesperación. En estos versículos dice que obraron por ignorancia y con su acción, sin darse cuenta, contribuyeron a que se cumplieran las profecías que hablan de un Mesías sufriente (Isaías 53:1–12). Esta ignorancia no bastaba para excusarles de todo pecado, pues en mayor o menor grado, según los casos, eran pecadores. Era una ignorancia culpable, habiendo Jesús probado suficientemente su misión divina (Juan 15:22–24; 19:11). Se observa en los Hechos que después de los discursos (la proclamación del evangelio) se espera siempre una respuesta personal. Se exhorta a sus oyentes al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo como Salvador y Señor.
a. A hallar perdón de su ignorancia. Comienza mitigando la enormidad del crimen con la circunstancia atenuante que implicaba la ignorancia. Les llama «hermanos» (v. 17) y bien podía llamarles así, pues también él, Pedro, había negado al Santo y al Justo, y jurado que no le conocía. Con toda caridad y comprensión añade: «Ya sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes». Este lenguaje es parecido al del mismo Señor en la Cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). Fueron los líderes los que obraron con peor voluntad; el pueblo llano se dejó arrastrar por la corriente (1 Timoteo 1:13). Pedro admitió que el tratamiento que el pueblo de Jerusalén le dio a su Mesías era el resultado de la ignorancia. No se dieron cuenta de que Jesús de Nazaret era su Salvador enviado divinamente. Pedro hacía eco a la distinción del Antiguo Testamento entre pecados de ‘ignorancia’ y pecados de ‘presunción’. Así en tono gentil les pregunta: “¿Qué haremos con su pecado?” Dado que la gente mira a Pedro en busca de ayuda, tiene en sus manos una magnífica oportunidad para guiarles al arrepentimiento y fe en Jesucristo. Como un pastor admite que sus oyentes, a quienes ha tratado de “hermanos”, cometieron su crimen por ignorancia. Pecaron sin intención, siendo arrastrados por un espíritu de chusma desaforada que les hizo gritar: “¡Crucifícale!” Si ellos hubieran pecado con soberbia, habrían cometido blasfemia. Dios dice que él no perdona al hombre que peca con soberbia (Números 15:30–31). Alguien que peque con soberbia está, en realidad, cometiendo pecado contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31–32). El pueblo judío, sin embargo, pecó ingenuamente debido a su ceguera espiritual.
b. A hallar gozo por el cumplimiento de la Palabra de Dios. Dios no les ordenó que actuaran como lo hicieron, ni lo dispuso; tampoco motivó la ignorancia en ellos, sino que mediante sus actos necios Dios llevó a cabo lo que tenía que ocurrir porque su Palabra así lo había profetizado. La creencia popular judía no pensaba en un Mesías sufriente, ni lo piensa hoy en día. El sufrimiento del Mesías de Dios no fue un accidente o un error trágico, fue la forma que Dios dispuso para liberar a todos los pecadores del sufrimiento eterno.
Cristo es el término griego para la palabra hebrea Mesías, que significa el Ungido. Se refiere al enviado especial de Dios, con cuya vida y muerte se inaugurará la nueva era de justicia, la nueva era del Espíritu. La afirmación de que Jesús era/es el Cristo/Mesías prometido por Yahvé se convierte en un tema constante de la predicación de Hechos. Él se ofrecía a ellos como Señor y Salvador. Por medio de Él, podrían recibir el perdón de sus pecados (Lucas 24:26–27, 45–46). Aquí tenemos la proclamación de una amnistía divina, que ofrece amplio perdón a todos los que tomaron parte en la muerte de Jesús, si solamente reconocen su error, confiesan sus pecados y se vuelven a Dios en arrepentimiento. Pedro también les muestra el camino del arrepentimiento, el volverse a Dios, la remisión de pecados y una vida renovada y refrescante. Hay varios aspectos del kerigma (es decir, los principales aspectos teológicos de los sermones en Hechos), evidenciados en estos versículos: 1. la fe en Jesús es esencial 2. la persona y obra de Jesús fueron anunciadas por los profetas del AT 3. el Mesías debía sufrir 4. deben arrepentirse 5. Jesús vendrá otra vez.
2. Les dice que deben arrepentirse y cambiar de actitud (v.19) Les dice lo que han de hacer. Deben arrepentirse (v. 19), cambiar de mentalidad, y convertirse, darse media vuelta de cara a Dios (1 Tesalonicenses 1:9), y aceptar como Mesías, Ungido de Dios, al que ellos habían matado. Arrepentíos y convertíos. Las dos palabras están estrechamente unidas. Arrepentirse podría significar simplemente cambiar la manera de pensar; y es más fácil cambiar de idea que cambiar de modo de vida. Pero este cambio de mentalidad ha de dar por resultado el rechazo del viejo camino y el lanzarse a andar por uno nuevo (este cambio afecta el hombre íntegro). Los resultados de este cambio de mentalidad y de dirección de vida serían dos: el perdón de sus pecados que termina con un nuevo estado de reconciliación con Dios (Jesús como Salvador), y el establecimiento del reino (soberanía) de Dios (Jesús como Señor) que produce un estilo renovado de vida que comienza aquí en este mundo y es consumado a través de la eternidad. El propósito y la paciencia de Dios demandan un cambio instantáneo de actitud por parte de ellos. La culpa de ellos no les cierra el camino si se vuelven. Todo lo que tenían que hacer para obtener esa salvación era cambiar su actitud anterior hacia Jesús y acomodarla a la actitud de Dios. El mensaje de salvación de los apóstoles también llamaba al arrepentimiento, reconociendo el pecado y alejándose de él. Muchas personas quieren los beneficios de estar identificados con Cristo, sin apartarse de su pecado y sin admitir su propia desobediencia(2.38).
a. Para que lleguen a arrepentimiento y perdón. El arrepentimiento comienza por “cambiar la mente”, y esto conduce a un cambio de proceder. El poder para el cambio viene de la obra del Espíritu (Juan 16:9), y la ocasión para hacerlo es una gracia divina. El primer paso en el arrepentimiento es abrir nuestros ojos para ver las cosas tal como Dios nos las muestra (Ezequías 22:2; 43:10). El arrepentimiento es el paso previo a “volverse a Dios”. Para renunciar al error tenían que saber el camino hacia la verdad y Pedro se encarga de hacérselos saber (2 Reyes 23:25; 2 Crónicas 7:14). Dice Nehemías 1:9: “si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, … os recogeré y os traeré al lugar que escogí…” El arrepentimiento no es únicamente llanto por el error, sino convicción para volver a Dios. De modo que prácticamente está unido a la conversión (Oseas 12:6; 14:2) como si fuera parte de ella. Pedro les dijo: “arrepentíos y convertíos” como un paso previo a ser perdonados (9:35; 11:21; 14:15). Los pecados son una cuenta que no podemos pagar, y en el caso de ellos agravada por la persistencia contra el Señor Jesús. La conversión no es un cambio externo ni una reforma del andar; es volver a Dios (1 Tesalonicenses 1:9). No es un cambio de doctrina o de religión; es un retorno a la palabra de Dios (Hechos 2:37–42). No es optar por un camino mejor en circunstancias de apremio; es obedecer el llamado divino (Jeremías 3:12, 14, 22; Oseas 14:1–4). No es superficial o liviana, sino que es el camino al nuevo nacimiento (Hechos 11:21). Para que sean borrados sus pecados (19b), incluso el pecado de llevar a la muerte al autor de la vida.
b. Para que lleguen a alivio y refrigerio. Es el primer resultado del perdón. La vida espiritual depende de la intervención de Dios y de su suministro constante. Es como una lluvia que alivia el calor y enfría la temperatura (Isaías 35:1; 44:3; Ezequiel 34:26), o como la peña en cuya sombra se pueden pasar las horas de mayor calor del día. Es además tiempo de reposo porque el alma renovada tiene ansias de vivir cerca de Dios y en paz (Isaías 25:6). Es tiempo cuando se ponen en claro las culpas y se comienza a vivir la satisfacción. La segunda bendición prometida es que vengan tiempos de descanso (19c). La palabra griega anapsyxis puede significar descanso, alivio, respiro o refrigerio. Esta parecería ser la faz positiva del perdón, porque además de limpiar nuestros pecados Dios agrega lo que alegra nuestro espíritu. La palabra griega traducida refrigerio está solamente aquí en el Nuevo Testamento y solamente en una ocasión en la Septuaginta (Éxodo 8:11). Arndt y Gingrich dicen que está usada figurativamente para denotar la edad mesiánica, e interpretan aquí la frase, “tiempos de descanso”. Alford dice que significa “el gran tiempo de gozo y descanso que era lo que se creía que vendría cuando el Mesías llegara en su gloria”. Una vez perdonados los pecados, es consoladora la esperanza de ser bendecidos con el refrigerio que traerá consigo la Segunda Venida del Señor (vv. 20, 21). Ahora andamos por fe, la cual es evidencia de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Y cuando Él venga a juzgar al mundo, nosotros no seremos condenados con el mundo (1 Corintios 11:32).
Dios propone un período de restauración y ampliación de la actividad espiritual. Esta actividad mesiánica llegó con el evangelio. Los «tiempos de refrigerio» llegaron con Jesús de Nazaret. Sin embargo, la próxima consumación traerá la nueva era del Espíritu. En este contexto específico, Pedro se refiere a la segunda venida. Esta frase parece ser un paralelo de «el día de la restauración» (v. 21). Pedro sabe que Dios tiene el propósito de “restaurar”, es decir, devolver al universo la fisonomía perdida por el pecado. Pedro encuentra un paralelo interesante con este pasaje cuando habla de los “cielos nuevos y tierra nueva” de los que escribe a los esparcidos (2 Pedro 3:10–14). ¿Siente la necesidad de descanso para su alma?los tiempos de consuelo son sencillamente el día de la salvación, cuando el pecador es llevado a la fe en el Salvador. Los tiempos de descanso son “la era de la salvación, la cual es prometida a la nación de Israel si se arrepiente”. La frase tiempos de fortaleza espiritual “se refiere al futuro y al regreso de Jesús”. A la luz del contexto, algunos comentaristas piensan que la frase describe el inminente regreso de Cristo. Debido a que la frase tiempos de descanso está directamente relacionada con el arrepentimiento y la vuelta a Dios, se refiere a tiempos que están en el futuro inmediato, no remoto.
En verdad son varias las esferas a restaurar: (1) La naturaleza, que ahora gime en su descomposición. Sabemos que a causa del pecado aparecieron los espinos y los cardos que terminaron con la vista placentera de la primera civilización (Romanos 8:20–22). (2) La sociedad: muchos problemas se nos presentan para aclarar el modo en que Dios hará la sociedad del futuro. Tampoco en este caso ingresaremos en las varias interpretaciones existentes porque no aportan luz al texto que estudiamos. Nos atrevemos a asegurar que, siendo el alma de las personas el elemento esencial de perturbación, Dios anuncia ahora a todos los hombres que se arrepientan (17:30–31). Partiendo de este principio, la nueva comunidad crece obedeciendo los propósitos de Dios para todos los tiempos.
3. La venida de Cristo y la restauración. La tercera bendición prometida es que podrá enviarles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes (20). Aunque durante el presente período intermedio continuamente nos proporciona su perdón y su consuelo, no obstante en cuanto a él mismo es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas (21). Esta perfección final espera el regreso de Cristo. Por su resurrección, Jesús ya ha sido “designado” o llamado Mesías, en el sentido de la afirmación de Pablo (quizás haciendo eco de una confesión primitiva de fe) en Romanos 1:4, de que ha sido “declarado Hijo de Dios con poder … por la resurrección de entre los muertos”. Investido así de dignidad mesiánica (dice Pedro), Jesús ha sido recibido en la presencia divina, y permanecerá allí hasta la consumación de todo lo que los profetas, desde los tiempos antiguos, han predicho. Con todo, en el contexto general de Hechos, las palabras de Pedro significan lo siguiente: las bendiciones del evangelio destinadas a brotar de la muerte y resurrección de Jesús deben extenderse por todo el mundo; entonces, y no antes, él volverá desde la diestra del poder.
a. El Mesías es Jesucristo designado. La yuxtaposición de Jesús con el Cristo/el Mesías parece significar que Pedro afirmaba específicamente el mesianismo de Jesús de Nazaret. Posteriormente en el NT, Señor, Jesús y Cristo aparecen con frecuencia, más para referirse a Jesús de manera combinada (el Señor Jesucristo) que como un énfasis sobre el título de Mesías. Pedro corrobora este pensamiento en su epístola, cuando dice: “¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios!” (2 Pedro 3:11–12). Nos explicamos así la misión actual del Señor Jesús, que vive siempre para interceder. Pero el propósito no está terminado, es necesario que vuelva (Juan 16:16–22). Dios enviará al Mesías, Jesús. Como ya se ha mencionado antes, esto se refiere a la Segunda Venida de Cristo para que establezca Su reinado de mil años sobre la tierra (Mateo 24:14). Por lo que respecta a la nación de Israel, Jesús quedará en el cielo hasta que venga al final a reinar al término de la Tribulación. Pero los judíos individuales que crean en Él durante esta Era de la Iglesia tendrán parte con los creyentes gentiles en el arrebatamiento de la iglesia, que podría tener lugar en cualquier momento. Además, en el Arrebatamiento el Señor no deja el cielo: nosotros vamos a reunirnos con Él en el aire.
b. La restauración de las cosas prometido. ¿Qué quiere decir Pedro con estas palabras? En el contexto del pasaje, se dirige al pueblo judío que mira hacia adelante hacia el tiempo de la restauración de todas las cosas, tal como los profetas del Antiguo Testamento escribieron. Los tiempos de descanso que vienen como el resultado del arrepentimiento y la fe son presagios del tiempo de la completa restauración. Aunque los tiempos de refrigerio son periódicos y subjetivos, el tiempo de la restauración es permanente y objetivo. Según Pablo, la restauración será completada cuando todas las cosas queden sujetas a Cristo Jesús y cuando él entregue el reino a su Padre (1 Corintios 15:24). Esto se refiere a la nueva creación (Mateo 17:11; y Romanos 8:13–23). La maldad de la rebelión humana de Génesis 3 es anulada y la creación es restaurada, la comunión con Dios queda restablecida. Se logra finalmente el propósito inicial de la creación.
Pedro da veracidad a su declaración recurriendo nuevamente a las profecías del Antiguo Testamento (1 Pedro 1:10–12; 2 Pedro 1:19–21). El Evangelio de Marcos comienza con una cita de Malaquías 3:1. Mateo 1:22–23 hace referencia a la profecía de Isaías 7:14. Lucas usa esta misma frase en Lucas 1:70. Un aspecto del kerigma (esto es, las verdades que se repiten en los sermones de Hechos) es que con el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús se cumple la profecía del AT (Mateo 5:17–19). El ministerio de Jesús no fue algo improvisado o un plan B, sino que era el propósito predeterminado de Dios (2:23; 3:18; 4:28; 13:29). Todo estaba determinado para el cumplimiento de la total restauración de la voluntad de Dios para la creación.
Conclusión.
Pedro les dice ahora que su ignorancia no los ponía más allá de la necesidad del arrepentimiento, pero tampoco su participación directa en la condena de Jesús los colocaba más allá del alcance de la salvación. Muchos judíos modernos siguen esperando la venida del Mesías como un tiempo de paz y prosperidad en toda la tierra. Si, como parece probable, muchos judíos del primer siglo pensaban de la misma manera, entonces hubiera sido importante que Pedro clarificara que aunque el Mesías judío había venido, la edad mesiánica en su plenitud habría aún de llegar cuando él volviera (20). La participación del auditorio en esos tiempos de refrigerio (19) cuando los tiempos de la restauración de todas las cosas viniesen (21), dependería de su actitud hacia Jesús.
La absoluta necesidad del arrepentimiento debe cargarse solemnemente en la conciencia de todos los que desean que sus pecados sean borrados y que puedan tener parte en el refrigerio que nada puede dar, sino el sentido del amor perdonador de Cristo. Bienaventurados los que han sentido esto. No era necesario que el Espíritu Santo diera a conocer los tiempos y las sazones de esta dispensación. Estos temas aún quedan oscuros, pero cuando los pecadores tengan convicción de sus pecados, clamarán perdón al Señor; y al penitente convertido y creyente le llegarán tiempos de refrigerio de la presencia del Señor. En un estado de tribulación y prueba el glorioso Redentor estará fuera de la vista, porque debemos vivir por fe en Él. Vivamos por fe, oremos con fe, dependamos en fe; porque la confianza en las palabras de Dios ha quedado demostrada y su misericordia esta sobre nosotros.
Oremos.
19 de diciembre del 2021, Guadalajara, Jalisco, Mexico.
Misión El Calvario
Ibrahim Mauricio Mateo Cruz