La grandeza de los tesoros del Reino de los cielos para el creyente.

Mateo 13: 51–52.

Al final como síntesis de todo el discurso donde Cristo hablo por parábolas, el Señor usa ahora un símil, (no parábola) que es una comparación; en el que compara al experto oyente con un fiel y competente amo de casa, y también con la figura del escriba justo para recordarles sus responsabilidades, ya que este segundo debe haber recibido una preparación adecuada, tiene que haber llegado a ser discípulo o pupilo del reino de los cielos. Este, el escriba ha sido preparado para, y en los asuntos que tienen que ver con el reino de los cielos, esto es, el reino de la salvación plena y gratuita, el reino al que todos son invitados a entrar, el reino de la gracia y la gloria.

a. Para poder recibir el tesoro debemos comprender la grandeza del Reino de los cielos.

  1. Reconocer que el reino de los cielos es un tesoro inagotable. Después de la explicación que Jesús hizo de las principales parábolas de este capítulo, preguntó a los discípulos si habían entendido estas cosas, a lo que ellos respondieron afirmativamente. No hay por qué suponer que las entendiesen hasta agotar su significado, pero habían captado lo principal en cada caso. La Palabra de Dios es tan rica y profunda que, por mucho que de ella se saque, nunca se agota. Es voluntad de Cristo que todos los que leen y oyen la Escritura, la entiendan y saquen provecho espiritual de ella, de lo contrario, de nada les serviría leerla y estudiarla. Al hacer la pregunta a sus discípulos nos sugiere que estas parábolas servían como de «clave» para interpretar las demás. Las verdades divinas se explican mutuamente; por eso, un conocimiento progresivo de toda la Biblia ayuda a entender cada vez mejor las porciones particulares de ella.

2. Reconocer que el reino de los cielos enriquece el pensamiento. ¿Habéis entendido todo esto? Ellos respondieron: Sí. Por medio de su pregunta Jesús da a los discípulos la oportunidad de pedir más información acerca del reino, en caso que aún hubiera asuntos que no les fueran claros. La respuesta de ellos da a entender que, como ellos mismos lo ven, su comprensión se había profundizado en forma inmensurable. Ahora bien, es maravilloso reconocer con gratitud que la mente de uno ha sido enriquecida. Sin embargo, no es suficiente. Lo que se ha recibido también debe ser impartido a otros. Un escriba (maestro de la ley) era un experto en la Ley oral y escrita. El escriba creyente podía extraer verdades del Antiguo Testamento, como también ver su cumplimiento en las enseñanzas de Jesús (Romanos 4:23–24; 15:4; 1 Corintios 10:6, 11; 2 Timoteo 3:16).

3. Reconocer que el reino de los cielos nos anima. El objetivo de este símil fue dar su aprobación a la atención que los discípulos le habían prestado en la exposición de las parábolas. Jesús está siempre deseoso de animar a los alumnos voluntariosos de su escuela, aunque sean débiles, y a decirles: ¡Bien dicho! ¡Bien hecho! Recordemos que no es por nuestras capacidades, es por la capacitación y guía que nos da Dios, ello nos debe mantener animados, motivados y deseosos de seguir y cumplir el propósito que Dios ha puesto para cada uno de nosotros.

b. Para poder recibir el tesoro debemos ser como un escriba bien adoctrinado (v. 52). Los discípulos estaban aprendiendo ahora, para poder enseñar después. La traducción griega grammateus (LXX) por lo general se refiere al mensaje escrito, y puede significar: 1. Educador (Nehemías 8) 2. Funcionario de gobierno (2 Reyes 22:3–13) 3. Registrador/secretario (1 Crónicas 24:6; 2 Crónicas 34:13; Jeremías 36:22) 4. Oficial militar (Jueces 5:14) 5. Líder religioso (Esdras 7:6; Nehemías 12:12–13)

  1. Como el escriba que estaba bien instruido. Quienes han de instruir a otros, necesitan aprender antes ellos mismos (1 Timoteo 3:2; 2 Timoteo 2:24). En el Nuevo Testamento los escribas están asociados con los fariseos. En cierto sentido eran personas estudiosas del Antiguo Testamento y de la tradición oral (Talmud). Ayudaban a interpretar y aplicar las tradiciones judías en el diario vivir (Sirah 39:6). Aparentemente a los escribas se les llamaba abogados (Marcos 12:28; Lucas 7:30; 10:25; 11:45; 14:3). Sin embargo, su justicia (es decir, el legalismo ritual judío) no podía traer la paz con Dios (Mt 5:20; Ro 3:19–20; 9:1–5, 30–32; 10:1–6; Col 2:20–22).
  2. Como el escriba que esta instruido pertinentemente. La instrucción de un ministro del Señor ha de ser en el reino de los cielos; sin esta instrucción, todo otro conocimiento sólo sirve para inflar (1 Corintios 8:1). Aquí un escriba es hecho un aprendiz (discípulo) del reino. «El mero escriba, de espíritu rabínico, produce sólo lo viejo y pasado. El discípulo del reino, como el Señor, tiene siempre una mente renovada, pero sabe cómo valorar todos los antiguos tesoros espirituales de la Sagrada Escritura …» Con frecuencia se mencionan en los Evangelios sinópticos como oponentes de Jesús, y aparentemente vinieron como funcionarios de Jerusalén (Marcos 3:22; 7:1). Aunque algunos sí le manifestaron (Mateo 8:19).
  3. Como el escriba que está dispuesto a instruir a otros. Sólo con esta instrucción, será capaz de instruir correctamente a otros. Debido a su conocimiento de las Escrituras, ellos debieron haber sido los primeros en reconocer y darle la bienvenida a Jesús, ¡pero sus tradiciones (Isaías 29:13; Isaías 6:9–10) los habían cegado! ¡Cuando la luz llega a ser oscuridad, cuán grande es la oscuridad!

c. Para poder atesorar debemos cumplir los deberes que cumplían los escribas. Ese es el deber y la responsabilidad del verdadero escriba, Él les dijo: Por lo tanto, todo escriba que ha sido preparado para el reino de los cielos se parece a un jefe de familia que saca de su almacén cosas nuevas y viejas. La lección que Jesús aquí está enseñando se puede aplicar a cada obrero del reino. ¿No es particularmente adecuada? Entonces, el verdadero escriba debe ser :

  1. Deben ser escribas que descubren la verdad. Los escribas empezaron como un noble grupo bajo el liderazgo de Esdras. Su propósito era preservar la Ley, estudiarla y aplicar sus verdades a la vida diaria. Con el paso de los años, su noble causa degeneró, estaban tan concentrados en el pasado que ignoraban el presente. En lugar de proclamar la verdad viviente de la Palabra de Dios, hacían mercadería de sus doctrinas y tradiciones muertas que no podían ayudar a la gente. Como creyentes nosotros no andamos en busca de la verdad, porque tenemos la verdad en el Hijo de Dios (Juan 14:6) y la Palabra de Dios (Juan 17:17). Escudriñamos en la verdad para poder descubrir más verdad. Somos escribas, estudiantes, que se sientan a los pies de Jesús y escuchan sus palabras. Una de las alegrías de la vida cristiana es el privilegio de aprender la verdad y la Palabra de Dios.
  2. Deben ser discípulos que hacen la verdad. Los escribas hacían hincapié en el aprendizaje, pero el discípulo hace énfasis en la vida. Los discípulos son hacedores de la Palabra (Santiago 1:22ss) y aprenden al vivirla. Es difícil mantener equilibrio en nuestra vida. A menudo hacemos hincapié en el aprender a expensas del vivir. O, podemos ocuparnos tanto en servir a Dios que no tenemos tiempo para oír su Palabra. Todo escriba debe ser un discípulo y todo discípulo debe ser un escriba. Los compara a un buen amo de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas; es decir, no sólo las verdades del Antiguo Testamento y las del Nuevo, sino también nuevos métodos de exposición y de aplicación de las mismas verdades.

Este escriba ha sido provisto con un verdadero tesoro (2:11; 6:19–21; 12:35; 13:44; 19:21), una rica provisión de bienes. Sus bienes incluyen el conocimiento de la Escritura; por eso, el camino de salvación; conocimiento del modo en que por gratitud los hombres deben vivir para la gloria de Dios; conocimiento de cómo una persona puede obtener la paz que sobrepasa a todo entendimiento, el gozo inefable y glorioso, etc. ¿No sería una vergüenza que no impartiera este conocimiento a otros también, comenzando con aquellos que pertenecen a su propia casa? Ante los ojos de Dios este escriba es rico e importante ¿No es ciudadano del reino de los cielos, dotado con todos los derechos y privilegios de tal ciudadanía? En realidad, ¿no es él hijo del Rey?

3. Deben ser mayordomos que dispensan la verdad. Los escribas preservaban la ley pero no la invertían en la vida de las personas. El tesoro de la ley estaba encostrado por las tradiciones de los hombres. La semilla no era plantada para que llevara fruto. El oro y plata espiritual no se ponían a trabajar para que pudieran producir dividendos. Como creyentes debemos ser conservadores pero no preservadores. El mayordomo guarda el tesoro, pero también lo dispensa según sea necesario. Dispensa lo viejo y lo nuevo. Los nuevos principios y nociones se basan en las verdades antiguas. El nuevo no se puede contradecir el antiguo porque lo nuevo resulta de lo viejo (Levítico 26:10). Lo nuevo sin lo viejo es mera novedad y no durará. Pero lo viejo no sirve a menos que se le de nuevas aplicaciones a la vida. Necesitamos ambas cosas.

 El verdadero escriba está completamente familiarizado con lo antiguo y edifica sobre ello. No desprecia esa vieja Biblia, estas antiguas doctrinas, etc., sino las ama y aplica todo esto a situaciones nuevas, está siempre dispuesto a recibir nueva luz de cualquier fuente (en tanto sea realmente “luz”), y por la gracia de Dios su presentación de la verdad es siempre fresca, porque bebe de la fuente de Agua Viva (Salmos 46:4; Jeremías 2:13; Juan. 4:14; Apocalipsis 22:1, 17b). Hoy más que nunca no es suficiente atesorar, es preciso sacar; el tesoro se recibe para el provecho de la iglesia (1 Corintios 12:7). Así lo hizo el mismo Señor Jesucristo (Juan 15:15). La enseñanza, como el aprendizaje, son completos cuando se vive lo que se aprende y enseña (Juan 13:17).

Conclusión.

Jesús nos señala que hay nuevas cosas que son de valor, y otras verdades antiguas que han permanecido a través del tiempo. Los apóstoles conocían las viejas verdades de la revelación previa, y estaban recibiendo verdades adicionales que eran nuevas, y debían proclamar la importancia de ambas. Pero ¿Cuáles eran las nuevas cosas? (1) En lugar de la inmediata venida del Reino, habría un período (Hechos 1.6, 7) cuando los buenos y malos van a coexistir, aun entre los que profesan ser herederos del Reino (13.37–43). (2) El número de herederos del Reino sería muy pequeño en el comienzo de esta nueva era. Sin embargo, crecerían para llegar a ser un gran grupo (13.31, 32). (3) La maldad invadiría este grupo y a la larga lo haría apostatar (13.33). (4) El tesoro del Reino, aunque parece cercano al ministerio de Cristo estaría escondido. Él lo compró; y aún está por ser revelado. (5) El cuerpo redimido no es sólo judío; será como una perla incluyendo a muchos pueblos en un grupo. (6) El juicio ocurrirá en la conclusión de la era presente. La parábola del sembrador fue usada como una introducción a las seis «parábolas del Reino», entonces esta parábola es una conclusión. Esta llama a poner por obra lo aprendido. Ellas nos enseñan a ser administradores responsables de aquellos tesoros del Reino (thésauros). Es así que el conocimiento de las cosas nuevas y las viejas conlleva responsabilidades.

Para redondear la enseñanza, tengamos en cuenta que el escriba farisaico interpretaba la ley de Moisés como un fin en sí misma, mientras que el escriba cristiano la interpreta a la luz del cumplimiento que ha recibido en la vida y enseñanzas de Jesús. Esta perspectiva considera al cristiano mirando al AT con la luz que ha recibido de Jesús como Mesías, luz que agregaría nuevo significado a viejas verdades. Tanto para el cristiano conservador como para el de pensamiento más liberal existe la tentación de tener lo uno en alta estima y de menospreciar lo otro.

Finalmente, la parábola del padre de familia se refiere a la verdad acerca del reino que acaba de enseñarles. Algunas de estas verdades son nuevas; otras han sido enseñadas por siglos. Él ha elegido algunas verdades de las dos fuentes. En la época actual, existen algunos principios eternos acerca del trato de Dios para con los hombres que jamás se cambiarán. A la vez, hay otras verdades nuevas que se hacen evidentes. Dios ha elegido según considera conveniente. El que comprenda la verdad sabrá reconocer las dos clases de verdades y señalarlas al describir el reino de Dios. Oremos para que lo podamos hacer diligentemente en esta época de gran necesidad en el mundo.

29 de marzo del 2020, Ajijic, Jalisco, Mexico.

Misión cristiana Bautista Agua Viva.

Ibrahim Mauricio Mateo Cruz

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